jueves, 20 de agosto de 2009

Jueves

Un segundo de la tarde
y el mundo visto desde afuera como una pupila mágica,
la llave circular del agua.

Ella se miraba el ombligo a través del sueter
inspeccionando con los dedos,
cada vez que presionaba
un poco con las uñas
estallaban en arcadas los volcanes de la tierra.

Lejos, la escalera de lata del café
golpeando las ventanas,
y un piano en un cuarto vacío se vuelve toro
sin que nadie lo sepa.

Ella se sigue mirando el ombligo a través de las manos
tres pulpos de vidrio se hamacan
sobre su cabeza
jugando a la mamá,
a embrionar soles de servilleta quemada.

Lejos, un piano en un cuarto vacío
le llora.

Yo nunca.

-Apoyado en la puerta de un cuarto vacío
escribo éstas lineas-.

1 comentario:

Evangelina dijo...

me encantó!!

y ahí pongo cierre a la reflexión para no despojarla de eso de espontáneo y sencillo...

me voy un poco mirándome el ombligo, con la esperanza de que ruja algún volcán... ahí! lo escuchaste?