lunes, 17 de noviembre de 2008

am - llovizna

Húmeda
la calle llorada
brilla con la pulcritud de un cráneo.

A cada lado,
los zumos filtrados en la orina de las lámparas
dispersan colores vidriosos,
fuegos surtidos,
piscinas donde arrojarse a unos soles interraciales.

Un rabioso jugo de gusanos fluorescentes
entre los adoquines
me trepa las zapatillas.

martes, 4 de noviembre de 2008

silencio glauco

Silencio glauco.

El cigarrillo endereza una cobra de humo.

Nosotros permanecemos.

Desvaídos en un templo de aceite.
Celando el metabolismo de las piedras.
Largos sobre la tierra como una raíz expatriada, encarcelada en la intemperie.

Nosotros permanecemos
y es difícil que una sílaba verde no abandone nuestros labios.

Permanecemos tirando al aire los ojos, atajándolos, volviéndolos a tirar.

Permanecemos contando los búfalos que nos caminan en el filo de la nariz.

Permanecemos aunque la noche nos rasque la cara a lo bestia.

Nosotros permanecemos, si.

Y si un niño pierde su talismán,
si un sol cuadripléjico niega los escalones hasta el alba
y el mañana se inscribe
en la fosa común de todos los unicornios,
nosotros permaneceremos
mordiendo los tobillos de la estrella que quede en pié.


clavados a ésta última noche

mientras podamos

nosotros permanecemos.