miércoles, 2 de febrero de 2011

4

Saber
llevarte abejas a la boca,
la ciudad en llamas que sobre el pecho resiste
en pié,
oscura lengua de amnesia
trepando mi espalda.


En algún lado, alguien saca una araña del agua
y es mi culpa.

Me olvidé. En un armario.
En la parte alta de un tobogán.
En la ropa tirada que forma sobre las cosas una quemadura blanda y triste.


No quiero que me escuches zumbar en el silencio,
en la molienda enferma de mi voz
que esparce un círculo en el agua.




Era necesario una luna difícil
que me temblara en los pulmones.