miércoles, 3 de marzo de 2010

Peldaño

Para que Tamara siga soñando cosas raras


Una burbuja negra en el centro del pecho,
odiar la cola que el tiempo arrastra,
los cigarrillos caídos.


Gritar profundamente,
GRITAR

en un hueco submarino bajo la tráquea,
gritar con las uñas y los labios,
con la arboleda que danza en el palco del brazo,
llorar la sal perdida,
los senos absurdos de sal perdida que obstruyen de pronto la puerta de la casa
ablandándose al sol,
hablándole al sol, amblando en el sol, arramblando la fiebre del sol hasta mi frente
lisa
donde la arena da golpecitos con la palma de la mano,
donde cuervos verticales descansan rasgando papeles viejos
que me nievan en los ojos.


Levanto la vista y corro alrededor de mis tobillos,
dibujo un grillete de luz
para amarrarme al día.

 


Pero la burbuja crece, los gritos siguen,
del techo se filtra la barba de un miedo espantoso apoyado sobre la casa.
Yo quiero recuperar mis manos.
Y la mira que brilla con filo perfecto en la cruz de la duda,
en el eje mismo donde el azar se pierde.








((((Una burbuja negra donde los gritos resbalan como planetas ciegos,
como la sangre del universo corriendo su carrera idiota hacia la nada.))))




Un apretar tan fuerte la boca que me asfixio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravo.

Verónica Cento dijo...

La lectura en voz alta de este poema le potencia el ritmo infinito con el que fue bordado. Hermoso, Fede.

Un abrazo.

negro X dijo...

mostro de la lirica, no tardes tanto en publicar algo nuevo por favor, abrazo.