jueves, 2 de diciembre de 2010

2

Una gota que deja de caer en un charco que deja de estar
y la lana perfumada donde apoyo la cabeza a la hora del silencio.

Una urgencia playa,
donde los pájaros beben sin miedo
toca uno por uno los timbres del libro.

Las ventanas estiran el triángulo gomoso de su voz.
Reclaman mil monedas perdidas.



Sobre mi silla, el té se enfría.
El humo se va acortando como una bandera en llamas.



Debo decir algo de mí.

Algo que me devuelva mi rostro.



Debo encontrar una pequeña ventana en el pecho para mirarme.



Debo encontrar una pequeña ventana donde apuntar las piedras.

1 comentario:

Sarco Lange dijo...

Que la suerte esté de tu lado.