Te hubiera dejado
ésta vez
desafilarme
la punta de los dedos,
descargarme
el calibre de los ojos
desanudarme
la copa espesísima del pecho,
la asmática pereza
del árbol de mí mismo.
Me hubiera mostrado solícito a tu hambre,
te hubiera servido en bandeja mis manos
derretidas en tu vientre,
mis uñas arando
y mi lengua que repta las paredes de la pieza
erosionando
una multitud de silencios
desafinados.
Me hubiera dejado consumir mansamente
como el llanto del tabaco
como ésta hoja fluoresciendo entre las llamas,
como la pena atragantada
de callarse
tu nombre
por la noche,
de taparse desesperadamente los ojos
en frente de los cuervos.
Escena diurna
Hace 13 años
3 comentarios:
ay fede me hiciste agarrar hormiguitas en la panza jejejejejejej, abrazo amigo y te espero en lo de Mr. X
.. me encanta ..
Me gusta. Es tristísimo pero me gusta. Sobre todo las primeras dos partes, cómo describen la situación, ese pregón de un lugar vacío que fue antes poblado de manos, hambre, lengua y silencios. //¿Un cuervo que dice nunca más? ja.
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