Llueve.
Un afiche de canas y el reloj del agua.
La tarde empieza por despellejarse de a poco la vaina de los ojos,
estirar las venas por el suelo.
Miro por la ventana y soy un preso.
La persiana afuera vibra,
se la pasa escupiendo dientes de vidrio.
Lejos
bajo ésta lluvia que es otra lluvia,
hay una ventana tuya.
Asomada apenas,
la sombra te dibuja en el rostro
un mapa de pana.
Hay una taza de té,
un árbol de humo en la taza de té.
Un libro se salpica constantemente, gana un párrafo por cada gota.
Sobre la tapa, tres igloos mínimos guardan la flor del eucalipto,
tres balas de llanto.
Entonces el viento entra, un viento dicho al oído.
Tiene olor a pan y a suéter.
Te agarra frío.
Te acurrucas, envuelta a medias
y tus clavículas asoman como lanzas, como alas de bronce.
Abajo, las zapatillas huecas,
tus piernas llegando al otro lado del mundo.
El té entre las manos como un corazón suplente
te ablanda la letra de los dedos,
remueve los párrafos de sangre.
Yo miro por la ventana y soy un preso.
Desganado,
me sacudo la ceniza de los ojos.
Canto un poco
con los labios apretados
para sentir las escamas del aire
mientras medito
la chance
de que alguna de las gotas que miremos
sea la misma.
Escena diurna
Hace 14 años
7 comentarios:
"de que alguna de las gotas que miremos/
sea la misma..."
Se me había escapado la alusión a la empatía verdadera, la animal... la que enlazada dos conciencias para hacerlas sobrevivir.
En mi opinión, son ese tipo de detalles, Fede, lo que hace más real -dentro de ese caos de imágenes que añoran lo absoluto- la realidad de tus versos.
Así que a tu salud, poeta...
D.
Mientras leía tu poema no pude de dejar de recordar algo que me sucedió hace muy poco. Un amigo pidió un café árabe, viste que lo sirven con borra. La cosa es que cuando terminó de tomarlo, recordé toda la imaginaría que existe con la lectura de la borra del café y me puse a observar el dibujo que quedó como tatuaje en la pequeña taza. Estos versos tuyos, "Hay una taza de té, un árbol de humo en la taza de té", me recordó mucho a ése momento por una cosa. Resulta que cuando miré la taza lo que vi dentro fue un pájaro. Y le mostré a mi amigo el pájaro pero él no lo veía. Qué cosa rara, pienso ahora, que uno vea cosas donde no están; o que las vean sólo nuestros ojos. Hice el intento de sacarle una foto al dibujo, pero tristemente salió difusa. Es como que mi pájaro, al igual que tu árbol, hubiesen sido de humo. Igual no dejan de ser hermosos recuerdos.
Muy bueno el poema, Fede. Disculpá la perorata. Un beso.
"tres balas de llanto" genial loco!!! genial!!!
wow...wwoowww. me mató.
"de que alguna de las gotas..."
Guau.
Me sacudo la ceniza de los ojos...
Me gusta! Me gusta!
Entonces el viento entra, un viento dicho al oído.
Tiene olor a pan y a suéter.
Transmite mucho mas que una imagen..
:) muy lindo fede
Afirmo lo de hace un momento, se disfruta tanto este blog... por la sencilla dirección de las palabras, golpes de emoción.
y me quedo con esa imagen, "de que alguna de las gotas que miremos sea la misma"... pero claro, para enredarme en las palabras de la vero... podría pasar que las viéramos distintas?
un abrazo!
p/d: dejame en paz, vero!!!
te extraño.. aunq no te haya ido a escuchar cantar aquella zamba..
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