Caigo del nido.
Tu abrazo rompiéndose duele, como la pulpa al hachar una serpiente.
Tu caricia que sólo pudo hurtar todo el azúcar, deja de arrullar sobre mi brazo.
Caigo del nido.
Tu respiración, fantasma con las manos llenas de selva, tu aliento se calla.
Tu boca vuelve a ser tuya.
Mi boca vuelve a ser tuya.
Me separo,
renuncio los ojos y trato de irme,
como el pájaro sin plumas intenta volar aguardando sólo la muerte.
Abrís los brazos y caigo del nido.
Escena diurna
Hace 14 años
1 comentario:
lo interesante de dejar mensajitos
colgados acá
es que por ejemplo,
puedo comunicarte que esta poesía (esas cosas de la vida)
me dijo un secreto de mi destino
y al otro día, pum
me caí del nido.
Y ahora vuelvo a leerla pero cambia de colores
aunque el verano senil,
el devenir otoñal
siempre serán lo mismo
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