Secreto, penumbra larga sobre los dedos. Las plumas caen, tus manos no dichas, tus manos en mi pecho y un collar de cisnes que nadan alrededor de tu cuello, ésta es la hora señalada, la hora cerrando la boca. Vas a caminar por toda mi sangre, vas a pisarme el aire. No digas nada. Hundíme en la mina de tu vientre, en la pura mentira de tenerte donde la espuma duerme. La dureza de piedras verdes. Hay sirenas de fruta muriendo en el sol, y un elemento alado se posa a leernos un salmo de bestias. Hay silencio. La vendimia de árboles rubios creciendo de golpe entre tus senos como una canción en llamas.
Yo lo siento.
Vendrás a buscarme en la noche,
perdida y oscura,
como un secreto gritado bajo la tierra.
Escena diurna
Hace 14 años