miércoles, 5 de marzo de 2008

Al preludio Nro 5. en G op. 32 de Rachmaninoff

Y entonces sonó
con ramilletes de cinco libélulas
posadas en el acuario del ojo,
sonó mujer y sonó noche.
sonaron mis manos de piedra, una contra otra
intentando aletear inútilmente
y hacer a Dios de una caricia
acodado,
con labios de pluma,
pianísimo.
Sentado a mirarme creerle.

(Melodía que querría tocarte como tocar un mar).

Aquí flamea ésta tiniebla zurda, sus cinco sinuosas lenguas sugieren un desmayo dulce.

Aquí afemina una música curva, lunas líquidas mojando la respiración.

Cinco gotas de saliva de la noche.

Vos, cielo submarino para llorar,
Oración de algas.

Te amo en lo triste de nacerte,

melodía que querría tocarte como tocar un mar.